"Todos los partidos son iguales. Todos los políticos roban. Yo no voto."
He escuchado esta postura "iluminada" de varias personas de mi edad.
Bueno. Hoy me pongo el sombrerito de escritor para argumentar brevemente que esta no es una postura "iluminada" como parecen creer estas personas, sino más bien la perspectiva más ridícula que aparenta ser común en la cultura política puertorriqueña.
El que no le importa. Perpetuamente derrotado, profundamente cínico.
Lo más interesante es que crees que eres bien inteligente al respecto. Defiendes esto con orgullo, tu incompetencia política, como si tu postura significara algo de valor para el futuro de la isla.
Esto no es una postura. Es una absolución de responsabilidad y, honestamente, un acto de cobardía. Es fácil no tener que tomar decisiones consecuentes. Es fácil evitar el dolor futuro en caso de que el candidato que elijas no esté a la altura. Es una salida fácil para aquellos que quieren sentirse superiores a sus pares por no preocuparse por la política.
Y a la clase política le encanta la gente como tú. Los brutos inteligentes. Eres un pendejo y los políticos que te azotan lo saben.
No es una postura inteligente. Ni siquiera es una postura. Es simplemente cobardía.
En los últimos cuarenta años, la clase política de la isla nos ha llevado a la total destrucción de nuestras instituciones.
La posibilidad de cualquier cambio es mejor que la naturaleza inmóvil de nuestro status quo. Nuestra única esperanza es romper limpio con la Cosa Nostra de la clase política puertorriqueña. La clase que ha prosperado velando güira y repartiendo contratos, mientras nosotros molemos vidrio día tras día.
"¿Y tú crees que <insert cambio here> no son corruptos también?"
Muy probable lo sean. Y quedaré bien pendejo si terminan siéndolo. ¿Pero sabes que? Si son tremenda mierda, los botaré como bolsa–y lo hare con desprendimiento porque el país va primero.
Nos tocará experimentar desilusiones. Esa es la naturaleza de asumir riesgos. Si pudiéramos adivinar perfectamente quién es nuestra alma gemela, nunca nos romperían el corazón.
Pero, por el amor de Dios, cualquier cosa es mejor que lo que tenemos ahora. Y ser cobardes no nos lleva a nada.
Merecemos un gobierno honesto, uno que este a la altura de nuestra gente. Aboguemos para que se nos de un mejor futuro: optemos por la acción, no por el pendejismo.